En los últimos años los mitómanos han vuelto a creer en los milagros. Shenmue 3 está en camino, Psychonauts 2 también, Square Enix está trabajando en un remake de altos vuelos de Final Fantasy VII y Miyamoto aún no se ha muerto. Apetece ser optimista, y sin embargo hay proyectos malditos que se resisten a hacerse realidad. El caso más infame probablemente sea Half-Life 3. Supuestamente en desarrollo desde más de una década, la última aventura de Gordon Freeman se ha convertido en el yeti de los videojuegos y la dimisión el pasado viernes de Marc Laidlaw, su padre espiritual, probablemente suponga el último clavo en su ataúd.
El ya ex creativo de Valve tomó las tiendas de la franquicia desde su debut de 1998 y ha estado involucrado profundamente en todas sus entregas. Se ocupó en solitario del guión de Half-Life 1 y 2, colaboró en algunos diseños de niveles y co-escribió sus dos episodios finales. Es, esencialmente, el creador de todo el universo de la franquicia. Ahora, con la última parte en una situación incierta, Marc Laidlaw ha decidido abandonar la que ha sido su casa durante casi 20 años para centrarse en su carrera como novelista de ciencia ficción.
En un e-mail explica las razones de su marcha: «La razón más obvia es que estoy viejo, o por lo menos más viejo. Mi mote cuando empecé en Valve en 1997 era ‘viejo Laidlaw’. El joven diseñador de niveles que me llamaba así ahora es más viejo de lo que yo era entonces. Ha sido fantástico pero últimamente tengo la sensación de que necesito un descanso del caos colaborativo de la producción de juegos y volver a proyectos de escritura dirigidos por mí mismo. Siento que es el momento apropiado para volver a mis raíces y ver hacia dónde me llevan. Es posible que vuelva a los videojuegos por otros caminos, pero desde luego no es parte del plan».
Laidlaw se despide dejando en el aire el futuro de Half-Life, alegando que ya no depende de él y sin resolver la incógnita de si ha dejado marcada una hoja de ruta para que sus compañeros de Valve puedan continuar con la historia de Gordon Freeman sin él.
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