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Joe & Mac de Mega Drive, desenterrando un eslabón perdido

No recuerdo cuándo jugué por primera vez a Joe & Mac, pero fue en algún momento entre 1992 y la primera mitad 1993. No creo que fuera antes porque, si bien el juego se lanzó en 1991, dudo que tardara menos de un año en llegar a los salones recreativos de la Murcia profunda. Sí sé con seguridad que fue antes de septiembre de 1993, fecha de estreno de Parque Jurásico, porque el impacto de ver dinosaurios sanguinarios por primera vez en un videojuego fue mayúsculo.

No es que Joe & Mac fuera Dino Crisis precisamente, pero su visión de los reptiles que dominaron la tierra difería notablemente de lo visto en Los Picapiedra y otras propuestas más amables. Por supuesto, como casi todos los juegos de la época, el de Data East se presentaba bajo una colorida estética apta para todos los públicos. Un diseño engañoso, puesto que los dinosaurios no eran tan simpáticos como parecían, sino bastante puñeteros, especialmente unos temibles jefes finales de tamaño gigantesco.

La endiablada dificultad de Joe & Mac era lo habitual en las recreativas. El motivo es tan obvio como sinvergüenza: cuanto mayor era la dificultad menos duraban las partidas y por lo tanto se incrementaba la recaudación. Me consta que en algunos salones el dueño llegaba incluso a arrancar los juegos en modo difícil para que las monedas duraran aún menos. Así que mi mini-yo, con su miserable presupuesto de diez duros, ni siquiera llegó a superar el primer nivel, custodiado por un enorme tiranosaurio que me dejó maravillado.

Joe & Mac, sabor Super Nintendo

Pasaron varios años hasta que pude volver a jugar a Joe & Mac, esta vez en su versión para Super Nintendo. La experiencia resultó desconcertante. Ese Joe & Mac no era como lo recordaba y, bastante desencantado, supuse que la memoria me había jugado una mala pasada y en realidad no era para tanto. Aún tuvieron que pasar bastantes más años para enterarme de que la de Super Nintendo, la única versión doméstica que conocía, no era una conversión directa sino una especie de reinterpretación que difería bastante del original. Más interesante resultó descubrir que sí hubo un port respetuoso con la recreativa publicado por Takara para Mega Drive, una versión bastante desconocida por aquí debido a que únicamente se vendió en Estados Unidos.

A pesar de su exclusividad, el cartucho americano de Mega Drive salió sin ningún tipo de protección regional, así que funciona perfectamente en consolas europeas. Más complicado, debido a su rareza, es encontrar una copia a buen precio, algo que conseguí de pura chiripa y que me ha permitido reencontrarme con esta pareja de cavernícolas después de más de dos décadas.

Dos visiones de un mismo juego

En la actualidad estamos bastante acostumbrados a que todas las versiones de una producción multiplataforma sean esencialmente iguales, salvando algunas diferencias gráficas. En los 90, sin embargo, no era extraño que los ports corrieran a cargo de compañías distintas, dando como resultado algunas diferencias muy notables.

El caso de Joe & Mac es un ejemplo perfecto. Mientras que la versión de Mega Drive, desarrollada por Eden Entertainment Software y publicada por Takara, conseguía trasladar la recreativa original a la consola de Sega, con la de Data East para Super Nintendo sucedía todo lo contrario.

Joe & Mac, sabor Mega Drive

La mayoría de los cambios están dirigidos a suavizar el juego para hacerlo más accesible para el público infantil. Esto se deja notar desde la propia presentación del juego, mientras que en la versión de Mega Drive se ve cómo una banda de neandertales invade el pueblo de Joe y Mac para raptar a sus novias, en la de Super Nintendo un rótulo nos cuenta simplemente que «las espantan», obviando las imágenes de los villanos arrastrándolas de los pelos.

Cuando comienza la acción las diferencias son aún más notables. La versión de Super Nintendo cuenta con menor número de enemigos, es más difícil morir y el reinicio es instantáneo, sin tener que repetir los niveles desde el principio. Además, las mecánicas se encuentran simplificadas y hay ausencias como la incapacidad de cargar los disparos o matar a los enemigos saltándoles encima. Incluso los saltos son más lentos y torpes, lo que le quita toda la gracia a las secciones de plataformas.

La versión de Mega Drive del juego, la única para consolas domésticas que le hace justicia, mantiene intacta su acción frenética y su adictivo nivel de dificultad. Unos valores que, en pleno 2016, se echan más de menos que nunca y revalorizan esta pequeña joya de la prehistoria.

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