Entre orfidal y orfidal aún tengo la cabeza un poco hecha papilla. Por supuesto eso no es un impedimento para seguir aprovisionándome de cara a tiempos mejores, así que aquí está Doom en toda su gloria, presentado en una edición limitada que debería llamarse «edición revenant» porque este enemigo recibe aquí el protagonismo absoluto.
Empezando por el diseño de la enorme caja, este esqueleto con dos lanzacohetes en la espalda y expresión de demente se encuentra también por duplicado en el steelbook que contiene el juego, por delante y por detrás. Esta caja metálica resalta el icónico logo de Doom con un agradable efecto de relieve.
La inevitable tarjeta canjeable incluye algunos extras bastante prescindibles para el modo multijugador, tan solo una armadura demoníaca, seis colores para personalizar las armaduras, tres diseños de logos y seis módulos de pirateo. Nada destacable ni especialmente interesante.
Hasta aquí un pack bastante comedido, pero Bethesda ha dedicado todos sus esfuerzos en una espectacular estatua de, cómo no, el esqueleto desquiciado que han tenido a bien bautizar como revenant. El simpático amigo mide 30 cm de alto y es una perfectísima recreación del modelo del juego, tan detallada que incluso se les ha aplicado a las partes «viscosas» una capa de brillo para darles un aspecto húmedo bastante repugnante.
El colmo de los colmos es la base en la que viene montada la estatua, a imagen de una de las rejillas de ventilación habituales en los escenarios del juego. Incorpora en su interior un ventilador totalmente funcional con luces LED rojas que iluminan la figura de forma intermitente, según giran las aspas, dándole un espectacular toque extra infernal. El mecanismo funciona a pilas (incluidas) y se ha tenido incluso el detalle de camuflar el interruptor de encendido con un tapón camuflado. Probablemente no sea la pieza de decoración que uno pondría en una casa Ikea, pero su calidad y encanto para los fans de Doom es incuestionable.