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E3 2016: Cuando Microsoft mató las consolas tradicionales

Los rumores previos ya venían avisando de que Microsoft podría agitar el avispero de las consolas en su conferencia de apertura del E3, pero el anuncio de no una sino dos consolas ha levantado un verdadero vendaval que ha hecho temblar los cimientos de la industria del videojuego.

El evento comenzó con la confirmación de un secreto a voces, la salida al mercado este verano de Xbox One S, una versión mejorada de su anterior máquina. Esta revisión no solo es el tradicional «modelo slim», un 40% más pequeña, sino que incorporará algunas mejoras como salida de vídeo a 4K para pantallas UHD, mayor disco duro y un mando mejorado. No se ha mencionado explícitamente un aumento de potencia, aunque es posible que el hardware mejorado traiga consigo algunas ganancias de rendimiento en los juegos.

El melocotonazo gordo ha llegado al cerrar la conferencia, con el anuncio de Project Scorpio, una nueva consola que llegará a finales del año que viene y que, esta sí, traerá consigo un considerable aumento de potencia con respecto a la Xbox One original. Su capacidad de procesamiento será de 6 teraflops, que según los desarrolladores que la presentaron es una barbaridad, y podrá ejecutar juegos a 4K y experiencias en realidad virtual equiparables a las de un PC de la más alta gama. No se dieron nombres, pero el acuerdo de colaboración de Microsoft con Oculus Rift debería ser una buena pista acerca de qué casco será el que use la máquina. No se ha hablado de precio ni de la posibilidad de que aparezcan títulos en exclusiva para Scorpio, pero en principio la idea es que comparta catálogo con los modelos anteriores. En otras palabras, los juegos que salgan para esta nueva consola también podrían funcionar en la Xbox One básica, y viceversa, pero con niveles de calidad y rendimiento escalados para cada máquina.

Con este movimiento Microsoft intentaría implementar un modelo de negocio similar al de los smartphones, acelerando la salida al mercado de nuevos modelos de Xbox cada dos o tres años, con un catálogo de software común, y rompiendo con los tradicionales ciclos generacionales de la industria que hasta ahora podían superar los 5 años. Un cambio muy arriesgado que deja en el aire numerosas incógnitas, como hasta qué punto se mantendrá el soporte a los modelos antiguos o si las versiones menores presentarán problemas de rendimiento que impidan su disfrute. La respuesta probablemente no la tenga ni siquiera Microsoft, sino el mercado. Y es que según como reaccione el público esto podría quedar como un paso en falso o la tónica general de la industria en los próximos años.

El plan maestro de Microsoft va más allá de sus planes de convertir Xbox en una plataforma sometida a revisiones evolutivas periódicas. El ecosistema de entretenimiento que vislumbran los de Redmond está también ligado al PC y supone que ni siquiera será necesario tener una consola Xbox para jugar a sus juegos, porque a partir de ahora todos estarán disponibles también para ordenadores. Siempre que tengan instalado Windows 10, eso sí, porque habrá que pasar por el aro de la tienda oficial de este sistema operativo. La idea de la compañía es unificar todo su catálogo bajo un gran paraguas donde será el usuario el que decida dónde jugar, según su presupuesto y exigencias. Una idea tremendamente ambiciosa e interesante, pero también polémica puesto que rompe completamente con el ritmo habitual de una industria que nos ha acostumbrado a que los fabricantes de consolas de sobremesa ofrezcan un único hardware con un ciclo de vida de al menos 5 años. El tiempo dirá si los usuarios se apuntan al carro de las consolas renovables cada 2 o 3 años para mantenerse a la vanguardia tecnológica o acaban locos perdidos, sin saber qué comprar, cuándo y a qué precio, el tipo de complicaciones propias del PC que uno preferiría evitar a la hora de comprar una consola.

El doble anuncio de hardware ha terminado acaparando los titulares y desviando la atención de los juegos, algo bastante injusto porque ha habido variedad y calidad. La cosa ha empezado con un Gears of War 4 bastante más pulido que la última vez que fue mostrado al público. Cambio de desarrolladores y de protagonista, pero las bases siguen siendo las mismas: acción burra, mucha sangre y bastante atención dedicada al cooperativo. Junto a la confirmación de su versión para Windows 10 se ha anunciado que será uno de los primeros títulos en beneficiarse del programa Xbox Play Anywhere, la respuesta de Microsoft al Cross Buy de Sony, un nombre bastante rimbombante para llamar al simple hecho de que comprar la versión digital del juego para PC también dará acceso sin coste adiciona a la versión para consola, y viceversa.

Otro beneficiado de esta propuesta será Killer Instinct, que un viejo conocido que seguirá creciendo con un viejo conocido: el general Raam de Gears of War.

La rotación de la franquicia Forza sigue su curso y este año toca Horizon 3, su variante más arcade y abierta. Llegará bien pronto, en septiembre, y estará ambientado en una paradisíaca Australia, con sus playas y sus palmeritas.

Será un mes bien cargado: también llegarán Final Fantasy XV y ReCore, que confirmaron su salida con nuevos y espectaculares tráilers debajo del brajo, y ya en octubre Battlefield 1, que volvió a asomar el hocico tras su presentación en la conferencia de Electronic Arts.

No faltó el momento Minecraft para anunciar que próximamente todas las versiones del juego podrán jugar entre sí. La importancia del movimiento es mayor de la que parece: con más de 100 millones de copias vendidas, Minecraft está disponible para casi todos los dispositivos del mercado, incluyendo las consolas de la competencia. Un bombazo de origen indie que ya es, con derecho propio, el Tetris de una nueva generación de jóvenes.

Un buen dúo de indies fue el formado por el minimalista Inside, que saldrá el 29 de junio, y muy especialmente We Happy Few, un viejo conocido que ha ganado en calidad y ha evolucionado hacia algo que recuerda poderosamente a BioShock, ambientado en una distopía de ciencia ficción muy inspirada en la novela Un mundo feliz.

Los creadores de The Witcher tomaron el escenario para presentar un pequeño proyecto muy especial: una versión independiente de Gwent, un juego de cartas presente en The Witcher 3 a modo de minijuego complementario.

También se ha confirmado la llegada de Tekken 7 a Xbox One y PC, con la presencia de Akuma, de Street Fighter, como luchador invitado.

La moda de los muertos vivientes se resiste a remitir y Microsoft contará en exclusiva con secuelas de dos de los juegos de zombies más aclamados, por un lado State of Decay 2, desde una perspectiva más realista, y por otro lado Dead Rising 4, que seguirá apostando por la acción más tontorrona. Será aún más festivo que nunca, de hecho, puesto que estará ambientado en Navidad y supondrá el retorno de Frank West, el protagonista de la primera entrega.

La estrella de la noche fue Scalebound, de la mano del excéntrico diseñador Hideki Kamiya. Como el resto del catálogo de Microsoft, se anunció que también tendría versión para PC y fue mostrado en toda su gloria por primera vez, incluyendo un vistazo a su modo cooperativo. A pesar de lo frenético de sus combates, no será un hack and slash al uso, como cabría esperar del creador de Bayonetta, sino que incorporará pinceladas de rol y caza de monstruos gigantes a lo Monster Hunter. Esto incluye la presencia de dragones, elemento que eleva y dignifica cualquier juego que se precie.

Para el olvido quedó la etílica demo de Sea of Thieves, un juego de piratas multijugador desarrollado por Rare que fue presentado a través de un vídeo protagonizado por un grupo de betatesters a los que, de forma intencional, no se les había explicado absolutamente nada sobre el juego. La idea era mostrar la libertad de acción que permitirá el título y sus muchas posibilidades, pero sobre la práctica la cosa acabó en un sinsentido con gente gritando de aquí para allá, emborrachándose con ron virtual y, en definitiva, sin saber muy bien qué demonios estaban haciendo. Para colgarlos de la vela mayor.

El cierre de la conferencia llegó de la mano de Halo, aunque no una nueva entrega de la saga principal sino una secuela de su spin-off de estrategia: Halo Wars 2. Lo desarrolla Creative Assembly, los creadores de Total War, bajo supervisión de 343 Industries, así que su calidad está garantizada, aunque quizá no tanto su tirón comercial como para despedir al personal, un honor que debería haber sido de Scalebound, sin duda el título más interesante de los presentados por Microsoft.

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