Si el éxito de una consola depende de sus exclusividades, Sony cuenta con una envidiable ventaja sobre sus competidores. Con un entramado de más de doce estudios internos, la casa de PlayStation no solo ha conseguido asegurarse una producción propia regular, sino también establecer unas sólida sinergia entre equipos, permitiendo e incentivando que compartan tecnología e ideas. Como trabajar el campo, no es cosa fácil coordinar a equipos repartidos en decenas de ciudades de tres continentes distintos, pero después de una siembra diligente llega el momento de recoger lo sembrado.
Si el lanzamiento de Uncharted 4 el mes pasado supuso el inicio de una etapa de madurez para PS4, a dos años y medio de su salida al mercado, el objetivo que Sony se ha marcado para su conferencia del E3 de este año ha sido claramente remarcar que hay vida más allá de Naughty Dog y que está en condiciones de reunir una abundante cosecha de sus otros estudios, con tal seguridad en sí misma que incluso se ha permitido el lujo de contar con una orquesta completa para interpretar en directo la música de algunos de los juegos presentados.
La conferencia ha arrancado, como un hachazo, con el regreso de Kratos. Siendo uno de los personajes más emblemáticos de la compañía no extraña su retorno, pero sí el carácter rupturista y renovador que promete su nueva aventura. A pesar de titularse simplemente God of War, sin número ni subtítulo, este nuevo juego no será un reinicio sino una continuación, ubicado cronológicamente varios años después de God of War 3. Tras acabar con los dioses del Olimpo, una versión mucho más madura del espartano se encuentra ahora inmersa en la mitología nórdica. No estará solo, sino que lo acompañará su hijo, un pequeño al que intenta enseñar a valerse por sí mismo en una tierra inhóspita de hielo y gigantes, en lo que parece una versión violenta y vikinga de El Rey León.
No es el tono el único cambio que se aprecia en este nuevo God of War, también un diseño de combate más cercano y visceral, alejado de los combos infinitos y la acción de cómic de las anteriores entregas. Para tranquilidad de los fans, el artífice de esta reinvención es Cory Barlog, director de God of War II, considerada por muchos la mejor entrega de la saga, así que está en buenas manos.
Sin preámbulos ni cháchara, algo que tradicionalmente ha sido el talón de Aquiles de Sony en sus conferencias, los anuncios de juegos se fueron encadenando sin dar un momento de respiro. El siguiente de la lista fue Days Gone, el primer proyecto completamente original de Sony Bend desde Syphon Filter. Tras más de quince años trabajando en secuelas y encargos de perfil medio, Sony ha vuelto a confiar en este equipo de Oregón para una superproducción de alto presupuesto.
Se trata de un juego de supervivencia en un mundo abierto postapocalíptico que ha sucumbido a una plaga de zombies. No es que sea un alarde de originalidad, pero mete en la batidora algunos conceptos interesantes. Protagonizado por un motero cortado por el mismo patrón que Jax Teller, los «serieadictos» podrían definirlo fácilmente como una mezcla de Sons of Anarchy y The Walking Dead. Según se pudo ver en una extensa demo, el protagonista es un tipo con pocos escrúpulos y una ambigüedad moral que promete algunos momentos incómodos, como cuando abandona a su suerte a un pobre diablo que algo le habrá hecho.
Su característica más interesante parece ser el comportamiento de los zombies, que se presentan en cantidades absurdas y comportándose como una horda, una verdadera marabunta de muertos vivientes que persigue al jugador como una riada descontrolada. No es una comparación baladí: la masa de zombies realmente parece comportarse como una simulación de fluidos, con un efecto muy logrado que recuerda a la película Guerra Mundial Z.
Ya conocido, Horizon Zero Dawn comparte con el anterior diseño de mundo abierto y temática postapocalíptica, aunque en esta ocasión la acción parece transcurrir varios siglos después de la caída de la Humanidad, que se ve reducida a tribus que sobreviven entre unos robots evolucionados que campan a sus anchas como si fueran criaturas salvajes.
Una nueva demo de unos 10 minutos sirvió para conocer un poco mejor el mapeado y las dinámicas de combate, basadas en el uso de arcos, lanzas y otros artilugios neoprehistóricos construidos a partir de tecnología saqueada de los propios enemigos. Gráficamente espectacular y de diseño inspirado, supone un agradecido cambio de registro para Guerrilla, el estudio holandés responsable de Killzone. Llegará a PS4 el 28 de febrero.
Mucho más cerca está el esperadísimo The Last Guardian. Tras un período de desarrollo de casi 10 años y sobrevivir a la cancelación, a la disolución de gran parte del equipo original y a un rediseño para pasar un primer prototipo inviable de PS3 a PS4, el tercer juego de Fumito Ueda, creador de Ico y Shadow of the Colossus, llegará finalmente a las tiendas el 25 de octubre.
Su travesía por el desierto ha sido bien larga y complicada, así que el tráiler estrenado para dar la fecha no ha desvelado mucho más de lo que ya se había visto. Mejor así, porque lo que se espera del proyecto es que consiga sorprender y emocionar tanto como sus dos predecesores.
Otra producción de Sony que llevaba un tiempo en el limbo es Detroit: Become Human, la nueva «película interactiva» de Quantic Dream. Tras explorar la temática noir con Heavy Rain y el thriller sobrenatural con Beyond: Dos almas, el estudio francés se atreve ahora con una historia de ciencia ficción inspirada en Blade Runner y las novelas de Isaac Asimov que reflexionará sobre la naturaleza humana a través de androides que comienzan a rebelarse contra el servilismo tras hacerse conscientes de su propia existencia.
Como Heavy Rain, el reparto de Detroit será coral y la historia presentará varias ramificaciones según las consecuencias de los actos del jugador. La demo estuvo centrada precisamente en este aspecto, mostrando los diferentes desenlaces que podría tener una escena de negociación con un robot que ha perdido la chaveta y ha tomado como rehén a una niña en una azotea.
Uno de los titulares de la noche llegó con el anuncio de Resident Evil 7. Un Resident Evil, de hecho, que toma un rumbo muy diferente, enfocado a la realidad virtual (saldrá para PlayStation VR, aunque también se podrá jugar en modo normal) y centrado en el terror en primera persona. No solo en su diseño es un claro intento de Capcom de subirse al carro del malogrado proyecto Silent Hills, también ha seguido sus pasos al promocionarse con una demo jugable sorpresa que ha podido descargarse nada más finalizar la conferencia. Una demo breve y algo verde, pero que deja entrever cierto potencial para conseguir que Resident Evil vuelva a ser relevante después de numerosos tropiezos que han rebajado la franquicia a una broma. Jugarlo en realidad virtual promete ser toda una experiencia no apta para cardíacos.
No se hará de rogar demasiado, llegará en enero de 2017 y estará disponible también para PC y Xbox One.
Otros no exclusivos de Sony que se han podido ver en la conferencia han sido Call of Duty: Infinite Warfare, Final Fantasy XV y LEGO Star Wars: The Force Awakens. Inesperada la buena pinta de este Call of Duty que ya tan solo tiene de Call of Duty el nombre, una ida de olla que traslada la acción a las estrellas, con batallas espaciales espectaculares y tiroteos a gravedad cero. Una propuesta intrigante, pero en su caso el nombre le resta, no le suma. Con su edición especial se incluirá, además, un remake de Call of Duty 4: Modern Warfare, para los nostálgicos que no consigan digerir el giro, ya sin paños calientes, hacia la ciencia ficción.
Aprovechando que Resident Evil 7 ha sacado a relucir la realidad virtual, Sony ha recordado que su kit PlayStation VR saldrá en Estados Unidos en octubre a un precio de 400 dólares. Contará con al menos 50 juegos, no se sabe cuántos de ellos de lanzamiento, contando algunas novedades no anunciadas hasta ahora como el enigmático Batman: Arkham VR, una misión de batallas espaciales de Star Wars, un inesperado minijuego de realidad virtual de Final Fantasy XV, un angustioso juego de terror llamado Here They Lie y un tal Farpoint. Este último es un shooter de ciencia ficción de apariencia bastante tradicional, lo cual es una buena noticia entre tanta «experiencia de realidad virtual» que no está muy claro si definir como juegos propiamente dichos.
Un guiño a los más veteranos llegó con un momento de protagonismo un tanto incómodo para Crash Bandicoot, con la promesa (no mostrada) de una remasterización de sus tres juegos originales y la próxima incorporación del personaje al elenco de Skylanders: Imaginators con un diseño bastante terrible.
Una grata sorpresa se encargó de borrar los gestos torcidos del público: el anuncio de un juego de Spider-man desarrollado por Insomniac Games. El buen pedigrí del estudio responsable y el elevado nivel mostrado en el tráiler de presentación dispararon las esperanzas de recibir, al fin, un videojuego a la altura del trepamuros, un personaje que hasta ahora ha sido castigado en los videojuegos con adaptaciones que van de lo aceptable a lo desastroso. A pesar del tirón comercial de la licencia, el juego será exclusivo de PS4, probablemente una cortesía por parte de Disney tras el acuerdo alcanzado con Sony Pictures para recuperar los derechos del personaje con el objetivo de integrarlo en el universo cinematográfico de Marvel (brevemente, ya se ha dejado ver en Capitán América: Civil War).
Tras casi dos horas disparando juegos como una metralleta, Sony guardó para el final una última sorpresa. Un golpe de efecto para dejar al personal con la cabeza del revés. El único invitado de la noche en salir al escenario, y encargado de presentar el último título del evento, fue nada menos que Hideo Kojima. El creador de Metal Gear Solid apareció triunfante, como una estrella del rock, entre humo y música de fondo de Mad Max: Fury Road, para mostrar al mundo su primer proyecto como desarrollador independiente, Death Stranding, en desarrollo para PS4 y PC.
El kojimismo se elevó a escala de masa crítica con la proyección de un críptico téaser, tan indescifrable como fascinante, protagonizado por una versión digital del actor Norman Reedus (conocido por interpretar a Daryl en la serie The Walking Dead) despertando con el culo al aire en una playa onírica contaminada por algo parecido a chapapote, conectado a un bebé por una especie de cordón umbilical cibernético y ante la atenta mirada de unas misteriosas entidades suspendidas en el aire. Daliliana, delirante y genial carta de presentación de este nuevo Kojima rejuvenecido, libre de las ataduras de Konami. Un final antológico para una conferencia sobresaliente.
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