Ya se ha quitado la manta. Anoche Microsoft presentó oficialmente su nueva consola, la conocida hasta ahora como Project Scorpio, una versión vitaminada de Xbox One que funcionará con un catálogo de juegos común con el añadido de mejoras gráficas para sacar partido de las nuevas televisiones a resolución 4K. El nuevo retoño de la familia Xbox saldrá a la venta el 7 de noviembre a 500 euros. Un precio premium para un hardware igualmente premium que promete un músculo técnico equiparable al de un PC de alta gama.
Durante una extensa conferencia de en torno a dos horas, Microsoft ha insistido en que Xbox One X es la consola más potente de la historia. Una insistencia casi irritante, no porque no sea cierto (que lo es) sino porque casi todas las consolas son las más potentes de la historia en el momento de salir a la venta. Evidentemente el objetivo de la casa son los sibaritas gráficos que tienen en mente comprar una PS4 Pro en algún momento, de ahí que se hiciera también especial énfasis en que la máquina ofrecerá una resolución «4K verdadera», una zancadilla directa a la competencia, que en la mayoría de los casos se vale de triquiñuelas técnicas para alcanzar ese estándar.
Sobre este discurso Microsoft dedicó en torno a dos horas a presentar un tren de próximos lanzamientos afines a la marca, ya sea por algún tipo de exclusividad o bien por acuerdos promocionales. Del primer caso destacó Forza Motorsport 7, un pepino gráfico destinado a marcar pecho en la nueva plataforma.
Otro que lució de escándalo fue Metro Exodus, la tercera entrega de la saga inspirada por las novelas de Dmitri Glujovski. Su gran novedad parece ser un mayor énfasis en la exploración de un mundo abierto en lugar de centrarse en recorrer los opresivos escenarios subterráneos del metro de Moscú.
Menos inesperada fue la aparición de Assassin’s Creed Origins. El retorno de los asesinos tras su año sabático estaba confirmado y su presencia en la conferencia de Microsoft sugiere algún acuerdo que podría traducirse en contenido exclusivo además de soporte para las capacidades de Xbox One X. Una breve demo ha servido para mostrar la ambientación egipcia de esta precuela y algunas de sus novedades, entre ellas la posibilidad de controlar a un águila para reconocer el terreno desde el cielo. Probablemente Ubisoft se guarde algunos ases en la manga del juego para su propia función, esta noche a las 22.00.
Playerunknown’s Battleground, una de las mayores sensaciones de los últimos años en PC, debutará en consolas primero en Xbox One. Con este anuncio Microsoft demostró tener un ojo muy puesto en la comunidad, algo que confirmó con bastantes novedades del mundillo independiente. Esta apuesta por la innovación y el riesgo se vio recompensada con algunos estrenos prometedores como Deep Rock Galactic, The Darwin Project, The Last Night, Tacoma, Super Lucky’s Tale, Ashen, The Artful Escape, el MMO coreano Black Desert, State of Decay 2 y la secuela Ori and the Will of the Wisps, muy probablemente lo más bonito de todo el acto.
El carismático Cuphead reapareció confirmando su salida para el 29 de septiembre y Square Enix coló una precuela de tres capítulos de Life is Strange, que supuestamente convivirá con una secuela que todavía sigue en el aire. En cuanto a Minecraft, la vaca de ubres inagotables aprovechará la salida de Xbox One X para lanzar una actualización que permitirá jugar a 4K e integrará juego cruzado entre PC, Switch y Xbox (las plataformas de Sony mantendrán sus fronteras).
Algo de tiempo hubo para reafirmar la producción propia, el talón de Aquiles de la marca Xbox, con una re-introducción de Crackdown 3, que lleva desaparecido en combate desde su anuncio en 2014. Llegará en noviembre y el primer vistazo promete una visión más cercana al original que a su primera y bastante fallida secuela.
Por su parte, Rare siguió dividiendo al público con su arriesgado Sea of Thieves, un multijugador de piratas que dependerá mucho de la buena disposición de los usuarios para que sus mecánicas de cooperación hagan que las partidas lleguen a algún lado.
Microsoft no quiso quedarse sin dedicarle algo de atención a un par de títulos japoneses, un sector del público que históricamente se le ha presentado muy cuesta arriba. Code Vein ya pudo verse unos días antes, pero el anuncio de Dragon Ball FighterZ fue además de una grata sorpresa un sueño hecho realidad para los seguidores de la saga de Toriyama. Por fin un juego de lucha tradicional, con una estética fiel al anime, que remite directamente a los nunca igualados clásicos lanzados para Super Nintendo. Lo están preparando los padres de Guilty Gear, Arc System Works, y eso es toda una garantía de calidad.
Como es habitual en estos eventos, la compañía se guardó la mayor sacada de chorra hasta el final. Se trata de Anthem, el nuevo proyecto de BioWare y lo más espectacular que ha dado el E3 de este año hasta el momento. Tan increíble que más de uno probablemente opte por no creérselo y esperar a ver una demo más cercana a la versión final.
Poco se habló sobre el juego y por el momento la prensa especializada ha optado por describirlo como «el Destiny de BioWare». No parece muy desencaminado. Este juego de acción con un apartado visual muy cercano a Avatar parece estar muy centrado en las opciones sociales y en crear una comunidad online persistente.
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