Mientras la explotación de las cajas de ‘loot’ y otras estrategias de monetización agresivas siguen sacándole los colores a la industria del videojuego, la picaresca de los jugadores florece. En la era de los juegos como servicio ha dejado de recompensarse la habilidad y el diseño de la progresión ahora está basado en poner en valor la relación entre tiempo y dinero de los usuarios. De este modo, juegos como Star Wars Battlefront 2 ya no premian a los jugadores que mejor lo hacen sino a los que más dinero gastan o más horas echan.
En el mencionado, que está llevándose el pobre todos los palos que ha suscitado la polémica, tiene lugar un reparto de créditos al final de cada partida. Al parecer, la cantidad está directamente relacionada con la duración de la partida y no tanto con los puntos conseguidos por cada jugador. De hecho, en este caso se observa el absurdo de que jugar bien es contraproducente porque se cumplen antes los objetivos, haciendo que la partida acabe antes y a su vez la cantidad de créditos otorgados sea menor.
Esta particularidad ha llevado a algunos jugadores a ingeniárselas para sumar horas de juego y amasar créditos sin el cansancio que implica participar una y otra vez en un número exagerado de batallas. Para evitar que el sistema les expulse por inactividad hay quienes están empezando a usar dos gomas en los sticks del mando para mantener al personaje constantemente en movimiento mientras se dedican a cenar o ver alguna serie.
No cabe sino quitarse el sombrero ante un chico que ha llevado esta idea al extremo aplicando sus conocimientos de robótica para crear un dispositivo que se encarga de mover los sticks y pulsar el botón de salto regularmente de forma autónoma. «Droide de progresión con sentimiento de logro y orgullo», titula el vídeo donde muestra su invento en acción. Sorna y cierto sentido de rebelión ante unas prácticas que empiezan a ser cada vez más ridículas.