Este año que acaba ha estado tan lleno de liadas que casi consiguen que nos olvidemos de la sabrosísima cosecha de lanzamientos que nos ha dejado. Los cierres de estudios, las cajas de ‘loot’, la soporífera PlayStation Experience, los retrasos, juegos que salen rotos, la cancelación de Scalebound, el hundimiento de Mass Effect…
La lista de despropósitos es interminable, pero también lo ha sido la cantidad de joyas a las que les hemos podido hincar el diente en 2017. Limitar la lista de lo mejor del año a solamente diez títulos ya ha sido bastante doloroso, así que ni hablar de listarlos por orden de preferencia. Por salomónico orden alfabético, estos son las joyas imprescindibles del año.
Horizon Zero Dawn
El debate de qué es mejor, gráficos o diversión, está ahí desde que existen los videojuegos. De vez en cuando ese cliché queda en ridículo con alguna demostración de que lo divertido también puede ser visualmente espectacular. Horizon es uno de esos: un prodigio técnico al servicio de un apartado artístico sobresaliente, una historia fascinante y unos combates estimulantes, basados no en la potencia de fuego sino en la precisión a la hora de «desmontar» con disparos certeros los puntos débiles de los organismos mecánicos enemigos.
Recomendable disfrutarlo en dificultades altas: no es demasiado frustrante y a cambio sí se vuelve más interesante.
The Legend of Zelda: Breath of the Wild
La exploración siempre ha sido uno de los puntos principales de Zelda, pero con la última entrega de la serie Nintendo ha ido a por todas pariendo uno de los mundos más bellos y detallistas vistos en un videojuego. Sin miedo a sacrificar guion y mazmorras, en esta ocasión el equipo se lo ha jugado todo a la carta de crear un mundo en el que apetece perderse, lleno de rincones por descubrir. Más que un videojuego, Breath of the Wild son unas vacaciones en el mundo fantástico de Hyrule. Para apagar el teléfono y dejarse llevar durante horas.
Super Mario Odyssey
Tras un período apostando por experiencias más contenidas, Nintendo vuelve a volcarse en una aventura de Mario tan ambiciosa como no se veía desde Super Mario 64. Quizá sea la más ambiciosa de todas, con una serie de mecánicas innovadoras y verdadera ansia por experimentar con conceptos a cuál más loco, gracias a las posibilidades casi infinitas que ofrece la nueva gorra multiusos. Una explosión de creatividad abrumadora.
Nier Automata
De inesperada colaboración con Square Enix a convertirse en el juego que (probablemente) salvó a Platinum Games de bajar la persiana. Mérito suyo es haber dotado a este modesto juego de rol de un robustísimo sistema de combate y algunos momentos realmente memorables, como un prólogo tan mastodónico como engañoso.
Pero Nier Automata es mucho más que eso y es en los pequeños detalles donde el padre de la serie, el excéntrico Yoko Taro, deja oír su voz de forma más clara, en forma de conversaciones casuales y eventos secundarios con una interesante carga filosófica. Y la banda sonora, ¡qué banda sonora!
Nex Machina
La sublimación del género arcade. El estudio finlandés Housemarque cierra ciclo con una lección magistral sobre cómo trasladar al siglo XXI el frenesí adictivo de los primeros juegos de acción de recreativas como Robotron. No es un homenaje a lo retro sino una celebración y una puesta al día de los valores de los clásicos. Nex Machina lo consigue sin oler en ningún momento a armario cerrado sino todo lo contrario: es fresco, retundo y tiene mucha garra.
Persona 5
Si el año pasado Final Fantasy XV consiguió derribar las fronteras del rol japonés, Persona 5 hace todo lo contrario. Es un juego tremendamente rancio en su fondo y no se avergüenza de ello. ¿Por qué desechar las batallas por turnos si se tiene un sistema de combate que funciona? ¿Por qué dejar de lado las mazmorras si se sabe hacerlas divertidas?
En el fondo, insisto, Persona 5 es básicamente una versión depurada del rol japonés de los 90. Es en la forma donde destaca a base de una personalidad arrebatadora. En sus menús hay más cariño que en todo el diseño artístico de los demás.
Resident Evil 7 Biohazard
Si fuera un militar tendría el pecho lleno de medallas. Resident Evil 7 está lleno de méritos. No solo ha conseguido reflotar comercialmente una franquicia hundida, también ha conseguido reinventarla, añadirle frescura y al mismo tiempo recuperar los elementos principales que cautivaron al público en su debut de 1996. También tiene el honor de ser el primer juego completo imprescindible para realidad virtual (aunque puede jugarse en modo normal, la experiencia es aún más intensa y disfrutable en PlayStation VR). Pero por encima de todo es un juego de terror excelente por méritos propios, que consigue dar miedo y atrapar al jugador hasta el final.
Uncharted: El legado perdido
Lo que iba a ser una expansión para Uncharted 4 ha acabado siendo un spin-off de unas diez horas que recupera el lado más aventurero de la saga. Esta peculiaridad le impide ofrecer novedades de peso, aunque lo compensa con la honestidad de salir a la venta a precio reducido. No son reducidos, ni mucho menos, sus valores de producción, tan excelsos como se podría esperar de Naughty Dog. Una aventura pulp espectacular, con un tono divertido a cargo de dos nuevas protagonistas que demuestran que la franquicia aún podría tener mucho que decir incluso después de que Nate y Sully hayan guardado las pistolas en el armario.
Wolfenstein: The New Colossus
Que uno de los personajes sea un científico loco que tiene por mascota a un mono con una cabeza de gato implantada da una buena idea de lo delirante que es el imaginario que ha creado Machine Games para su última producción. Hay muchos momentos de comedia, pero también de drama, en esta aventura de acción. Lo principal sigue siendo matar nazis, claro. Se matan muchos nazis, con gran furia y deleite. Pero bajo esa capa de recta brutalidad se esconde una historia muy humana que golpea al jugador con no menos severidad.
Yakuza Kiwami
Como si no fuera lo bastante difícil confeccionar el ‘top 10’ este año también me he visto obligado a elegir entre dos entregas de Yakuza. Y es que, por caprichos del largo proceso de localización, ha dado la casualidad de que este año han llegado a las estanterías con solo unos meses de diferencia Yakuza 0 y Yakuza Kiwami, precuela y remake de la primera entrega, respectivamente. Aunque ambos son excelentes, me quedo con el segundo por contar con un mejor guion y una progresión no tan dispersa.
Ha sido una gozada revisitar la primera aventura de Kazuma Kiryu diez años después y paladear de nuevo este retorcido retrato de la mafia japonesa coescrito por el novelista Hase Seishū. Después de visitar Tokio también he podido constatar que su mapeado es una recreación fiel hasta el mínimo detalle del barrio rojo de Kabukichō (renombrado como Kamurocho en la ficción).