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Una aventura con sabor a Nocilla

crossingsoulsAl estudio sevillano Fourattic se le ha quemado un poco el arroz con Crossing Souls. Cuando el proyecto irrumpió por primera vez en el panorama hace cuatro años con una campaña de Kickstarter la histeria de la nostalgia aún no había sido desatada.

Hoy, después de Stranger Things, Turbo Kid y otras tantas explotaciones de esos años 80 idealizados que nunca existieron, la propuesta de una aventura plagada de guiños a Regreso al futuro, Cazafantasmas y otros iconos de la cultura pop ya no resulta tan fresca. La buena noticia es que el juego posee suficiente carisma y encanto como para que eso no suponga demasiado problema.

Aunque Crossing Souls llega a obsesionarse con incluir un amplio muestrario de mitos de nuestra infancia (incluso algún Naranjito hay por ahí, además de un demencial cameo de Jesús Gil), sus creadores los han introducido con bastante gracia y, en lugar de convertir el juego en un batiburrillo de referencias forzadas, se usan a modo de condimento para arrancarle alguna sonrisa al jugador o simplemente para aportar una chispa de familiaridad. Como la sal y la pimienta, no hay una proporción correcta universal sino que es cuestión de tragaderas.

Cuando éramos chavales

El arranque de Crossing Souls se mira en el espejo del cine juvenil de los 80. Los protagonistas son la típica pandilla de adolescentes de un barrio acomodado de las afueras de California. Un buen vecindario situado en un enclave que permite algunos escenarios urbanos, pero también espacios naturales donde correr toda suerte de aventuras en bicicleta. Es un buen marco para una historia que bebe de la fórmula de E.T. o Los Goonies: de forma casual, los chicos descubren una amenaza, en este caso de origen sobrenatural, y son los únicos capaces de luchar contra ella.

El buen humor y el tono amable de las primeras horas son algo engañosos. Cuando se desencadena la tragedia, la trama adquiere tintes bastante más oscuros e incorpora a la temática un discurso muy literal sobre la línea que separa la vida y la muerte, incluyendo la capacidad de viajar entre ambas realidades.

En ciertos momentos el guion de Crossing Souls peca de ser excesivamente ambiciosa. Probablemente le habría venido mejor a Fourattic centrarse en una historia más simple y centrada porque, aunque consigue mantener el interés con cierta solvencia, demasiado diluida por querer contar demasiadas cosas. Por suerte, lo que le falta de brillantez lo compensa con simpatía.

A nivel jugable tampoco se anda con medias tintas. Se trata de un action rpg de estética pixelada, cómo no, que toca bastantes palos. La cámara cenital y el combate directo (recomendable jugar con mando) recuerdan más que un poco a los clásicos del género de Super Nintendo, como The Legend of Zelda: A Link to the Past o Illusion of Time. Pero los sevillanos no se han quedado en la mera imitación y han añadido algunas capas de complejidad propias que le dan un sabor propio.

Crossing Souls

La posibilidad de alternar entre personajes para hacer uso de habilidades únicas es la madre del cordero porque permite añadirle algo de miga al combate e introducir algunos puzzles sencillos pero interesantes. Son especialmente interesantes las batallas contra algunos jefes, que hacen gala de un diseño bastante inteligente.

Menos afortunadas son las partes de plataformeo, que acaban lastrando el ritmo por resultar demasiado frustrantes. También hay algunos minijuegos de poca sustancia que sirven para oxigenar el conjunto. Nadie los pidió y en general son muy prescindibles, pero sirven para aportar algo de variedad y frescura.

Veredicto

Crossing Souls comparte las virtudes y defectos de las series de dibujos animados que nos enganchaban los sábados por la mañana. Sus historias en ocasiones eran un sinsentido, pero tenían un encanto que hacía fácil perdonárselo. El debut de Fourattic es un juego divertido que, por encima de sus irregularidades, ofrece la oportunidad de conectar con nuestra infancia y a cambio exige cierta predisposición a tomárselo con el espíritu de un chaval un sábado por la mañana después de tomarse un tazón de cereales o unas tostadas con Nocilla.

Si consigues aparcar durante unas horas el cinismo y la acritud que la vida te carga en las espaldas a golpe de látigo, Crossing Souls te recompensará devolviéndote algo de esa inocencia perdida. Es una aventura que consigue hacerse querer y, en ocasiones, incluso llega a encandilar.

Crossing Souls

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