Este año la casa de PlayStation ha decidido reorientar su conferencia del E3. En lugar de un espectáculo bombástico cargado de anuncios, la compañía ha preferido centrar su presentación en mostrar sus cuatro grandes exclusivos para los próximos meses. Calidad antes que cantidad, parece ser el mensaje, y aunque habrá quien haya echado en falta los habituales «megatones» mediáticos, la sensación final es que Sony hace bien en poner toda la carne en el asador de la producción propia porque el estado de forma de sus estudios internos es colosal.
El espectáculo comenzó con Gustavo Santaolalla interpretando en directo el tema principal de The Last of Us. Su secuela fue la primera parada de la noche y una buena manera de comenzar dando un puñetazo en la mesa. Junto a un apartado gráfico deslumbrante, la demo mostrada fue una combinación de sensibilidad humana y supervivencia brutal, las dos virtudes que convirtieron al original en uno de los mejores juegos de los últimos años. No parece que la racha ganadora de Naughty Dog se vaya a detener con este.
Tras un pequeño paréntesis para promocionar unos mapas por reservar Call of Duty: Black Ops 4 y algo de la expansión de Destiny 2, que sirvió para preguntarnos si el acuerdo publicitario con Activision sigue teniendo sentido, el siguiente peso pesado de la compañía fue Ghost of Tsushima, un nuevo proyecto de los creadores de inFamous que apuesta por una aventura de sigilo y acción de corte realista, ambientada en la invasión mongola a Japón en el siglo XIII. Un marco histórico muy acertado para un juego que promete ser un verdadero espectáculo para la vista, no solo por los graficotes sino también por una dirección artística tan afilada como la katana de un samurái.
Otro que entra por los ojos es Death Stranding. Y más le vale, porque su nueva presentación ha sido un espectáculo visual que sigue sin responder a ninguna de las preguntas que los seguidores de Hideo Kojima siguen haciéndose. El creador de Metal Gear Solid sigue basando el marketing de su nuevo proyecto en aumentar el misterio con imágenes fascinantes que parecen capturadas de un sueño (o una pesadilla), pero se niega a ofrecer explicaciones racionales sobre qué demonios es esto, cómo se jugará o simplemente cuándo saldrá a la venta. Entre lo poco que el nuevo tráiler saca en claro está la incorporación de las actrices Lea Seydoux y Lindsay Wagner al reparto.
Sí tiene fecha una de las pocas sorpresas de la noche. El 25 de enero es el día escogido por Capcom para alumbrar el esperado remake de Resident Evil 2. Aunque quizá habría que emplear la palabra «reinterpretación», porque se trata de un juego rehecho por completo, más allá de la mera revisión gráfica, con importantes cambios de dirección fruto de las lecciones aprendidas con el estupendo Resident Evil 7: Biohazard.
Control es lo nuevo de Remedy y parece un intento de «volverlo a intentar» reciclando no pocos elementos del fallido Quantum Break, un juego meritorio, a pesar de sus tropezones, que mereció mejor suerte.
Un poco de puntillas se anunció también Nioh 2 con un tímido tráiler y repitió Kindom Hearts 3, tras aparecer en la conferencia de Microsoft, pero esta vez mostrando el mundo de Piratas del Caribe.
Hubo algo de atención para PlayStation VR con el anuncio de dos títulos con cierta enjundia. Déraciné es el primer coqueteo de From Software con esta tecnología y un desvío radical de Dark Souls para explorar misterios en un internado.
Trover Saves the Universe, por contra, promete diversión chorra a cargo del creador de Rick y Morty en lo que parece uno de esos juegos que se toman la realidad virtual como un vehículo para la comedia física.
El cierre de la noche corrió a cargo del amigo y vecino Spider-Man, el cuarto de los grandes exclusivos que Sony tiene en cartera y que llegará a las tiendas en menos de tres meses. El juego parece haber capturado estupendamente el espíritu juvenil y divertido de los cómics del trepamuros en lo que pretende ser el primer ladrillo de un universo Marvel en los videojuegos homólogo al que la compañía ha creado en el cine.
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