El crecimiento del mercado de realidad virtual, aunque constante, sigue siendo lento. El principal indicativo, más que la falta de proyectos de envergadura (que también), es que los principales exponentes acaban cediendo ante la realidad de una base de usuarios todavía muy limitada, de modo que en no pocos casos se ven obligados a desprenderse de la exclusividad a cambio de llegar a más público. Hay quien lo puede ver como tirar la toalla, pero lo cierto es que el lanzamiento de una versión «sin VR» es una oportunidad para darle un segundo empujón a determinados proyectos.
Es el caso de Bow to Blood, un notable shooter aéreo que debutó el verano pasado en PlayStation VR y que ahora se expande con un modo estándar jugable en cualquier PS4, una excusa que también ha servido para llevar el juego a PC, Switch y Xbox One. Pero Last Captain Standing es más que un simple relanzamiento multiplataforma, es una versión ampliada que incorpora novedades de peso. Además, todo ello llega gratuitamente vía parche para los usuarios que ya habían comprado la primera versión, así que todo el mundo sale ganando.
Un reality de altos vuelos
Bow to Blood convierte al jugador en el capitán de una nave espacial que compite en una especie de concurso de televisión futurista. A pesar de la ambientación de ciencia ficción, la nave viene a ser como un barco pirata volador y eso da algunas pistas sobre su manejo. No faltan los cañones laterales, a los que hay que sumar armamento de disparo frontal e incluso un arma de mano que se usa para encargarse de enemigos pequeños. Hay una pequeña tripulación que puede asignarse a tareas específicas, lo que aporta un ligero componente de gestión, ya que hay que asegurarse de que estén en la posición correcta según el apoyo que sea necesario para cada situación o gastar los beneficios en instalar mejoras.
El control es bastante complejo, aunque no difícil. Para facilitar las cosas hay un tutorial bastante decente que cubre todo lo que hace falta saber. Quizá se hace un poco más pesado de lo necesario, pero a la larga agradecerás que sea tan minucioso.
No hay una campaña como tal, sino que la cosa consiste en superar una serie de partidas «montadas» en base a una serie de eventos aleatorios y superar en puntuación a otros capitanes. Estas «pruebas» son carreras de velocidad o eliminar a grupos de enemigos. El desarrollo de las mismas varía cada vez, de modo que el juego es teóricamente infinito. Por supuesto, con el tiempo hay elementos que se repiten, pero los patrones nunca se presentan dos veces exactamente de la misma manera.
La falta de una campaña tradicional le quita algo de enjundia a las «temporadas» o conjuntos de partidas, pero con todo mantienen cierta densidad. Cada vuelta dura en torno a las cuatro horas, aunque Bow to Blood es tan rejugable e impredecible que su durabilidad es tanta como el propio jugador quiera darle.
Una oportunidad perdida es la ausencia de elementos multijugador, más si tenemos en cuenta que hay una simulación de componente social al poder establecer alianzas y realizar traiciones. Resulta bastante extraño, ya que el juego utiliza un lenguaje muy competitivo, pero los capitanes contrarios están controlados por la IA. Se entiende, dado que se trata de un proyecto pequeño por parte de un estudio independiente con pocos recursos, pero es una limitación algo frustrante porque al jugar resulta fácil imaginarse lo mucho que Bow to Blood ganaría al añadir el elemento humano.
Otra consecuencia de esa modestia es que no se haya podido invertir en una traducción, por lo que se presenta completamente en inglés.
Más allá de la realidad virtual
A pesar de la falta de medios, el juego consigue ser visualmente muy atractivo, con unos gráficos que saben sacar buen partido de su sencillez. La modalidad en 2D ha salido especialmente beneficiada, con una apariencia cell shading a lo Borderlands bastante más elaborada que la versión VR, sensiblemente más tosca en comparación.
Sin embargo, la experiencia inmersiva del casco compensa la falta de claridad con un impacto sensorial mucho mayor. Para bien y para mal. Y es que manejar las naves en 360 grados puede resultar demasiado para algunos estómagos. Sin ser yo demasiado sensible, en mis partidas con Bow to Blood en realidad virtual me ha acompañado ese nudo en el estómago de cuando bajas en ascensor o desciendes en una montaña rusa, una sensación de vértigo moderado inicialmente estimulante que puede convertirse en náuseas al cabo de una media hora, y eso que el ritmo no es especialmente frenético.
Es un peaje inevitable, supongo, a cambio de sentirse un pirata espacial de forma muy convincente.
Veredicto
Esta nueva edición de Bow to Blood se mantiene como una apuesta muy recomendable para los usuarios de PlayStation VR y da a los que no lo son la oportunidad de disfrutar de un singular juego de acción aéreo. Aunque puede pecar de ser algo militado, se trata de un título muy fresco que ofrece un interesante equilibrio de diversión directa y profundidad.
La edición Last Captain Standing es bastante más que una coletilla e incorpora un modo difícil, nuevos enemigos y mejoras gráficas. Se trata de una buena ocasión de descubrir un título que llegó sin hacer demasiado ruido y que merece algo más de atención. Exige cierta voluntad de perdonarle asperezas, pero a cambio sorprende revelándose como uno de esos proyectos extraños que no se parecen a nada hecho hasta ahora.
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